En Shocklogic creemos que una comunicación clara es vital y que la responsabilidad de ello recae, ante todo, en el comunicador. Depende de nosotros asegurarnos de que nuestros mensajes sean claros, concisos y puedan entenderse fácilmente. Esto significa que debemos ser conscientes, no sólo de lo que estamos diciendo, sino también de cómo podría interpretarse.

Cuando cada uno de nosotros asume la responsabilidad de garantizar que se comprenda el 100% de nuestra comunicación, creamos un entorno donde la propiedad radical y la responsabilidad se vuelven naturales. Imagine un mundo en el que transmitamos nuestros pensamientos con total claridad, lo que generará menos malentendidos. 

Si surge un malentendido, deberíamos considerar cómo podemos mejorar nuestra propia comunicación en lugar de culpar a los demás; Ponernos a la defensiva nunca debería ser nuestra reacción instintiva. En cambio, debemos hacernos cargo de nuestra comunicación y trabajar con la otra persona para encontrar una solución que funcione para todos. Cuando asumimos toda la responsabilidad de cómo nos comunicamos, no podemos evitar actuar con amabilidad, empatía y compasión.

También es importante reconocer que la comunicación es un proceso complejo y que cada uno tiene su propia historia y experiencia personal que subyace a todo lo que escucha y puede influir en su interpretación. Por lo tanto, debemos abordar cada interacción teniendo en cuenta lo siguiente:  

• Humildad: no hacer demasiadas suposiciones, aceptar y reconocer que la comunicación es un proceso complejo y que nunca podremos saber exactamente qué está pensando la otra persona.  
• Respeto – por las necesidades de la otra persona y nuevamente por la complejidad del lenguaje y el proceso de comunicación en sí.
• Escrupulosidad – hacer lo mejor que podemos en el momento; disminuir la velocidad, escuchar atentamente y hacer preguntas para comprobar la comprensión de la otra persona o la nuestra.

En última instancia, una comunicación exitosa requiere que consideremos con quién estamos hablando y escuchemos activamente durante toda la conversación. Al abordar la comunicación con humildad, respeto y escrupulosidad, podemos asegurarnos de que nuestros mensajes no sólo se transmitan, sino que se comprendan genuinamente.